Reseña y tips de escritura (alerta de spoiler)
Elena (Claudia Piñeiro) sabe que es un buen libro. ¿Por qué? Prescinde de los guiones de diálogo, de los de acotaciones, de los paréntesis. Separa los diálogos con comas y hace uso de los dijo, dice, de una manera limitada. Los diálogos son breves, concisos. Usa, pero no abusa, de las repeticiones. Descripciones descarnadas que buscan incomodar al lector, pero sin llegar a lo vulgar. Es una novela corta. Tiene tres partes y cada parte pocos capítulos. Los capítulos tienen largos párrafos. Todo el texto está en sábanas de información. Ese estilo de sábana (como el de este post), y prescindir de los guiones de diálogo, recuerdan a Miller y sus Trópicos, por ejemplo. La historia se desarrolla a lo largo de una mañana, lo que le toma a Elena ir y volver al otro lado de la ciudad. La enfermedad es otra protagonista, es el eje central, incluso más importante que la muerte de la hija. A pesar de lo minucioso de su recorrido y de sus acciones, no cansa ni aburre. Tiene un dinamismo que quizá se debe a la ausencia de guiones de diálogo, o a las oraciones cortas, o a la falta de divagaciones, a pesar de que siempre estamos en el pensamiento de Elena y de que la acompañamos en sus recuerdos y en sus acciones del presente. Es una especie de crónica. No hay reflexiones filosóficas, sino conclusiones acerca de lo que se vive con una especie de resignación y, al mismo tiempo, Elena actúa con el último vestigio de rebeldía, aunque ha sido una mujer sumisa toda su vida. ¿Por qué no cansa?: porque queremos saber. Queremos saber junto con Elena. No podemos despegarnos de ella en su recorrido hacia el saber. Porque en cada capítulo se progresa: agregamos una pieza más al andamiaje. Elena se acerca a la casa de Isabel, donde empezamos a sospechar que no encontrará un cuerpo que la ayude, sino la verdad. Sospechamos, vagamente, que Isabel la ha matado. Imaginamos una trama de intercambio de hijos, aunque no hemos visto esos indicios (Elena y su hija nunca se ha separado); y, efectivamente, como para no dejar en el aire esa expectativa que hemos mantenido durante todo el libro, Isabel dice que sí, que la ha matado, pero con el pensamiento. Y ahí viene el primer anticlímax: Elena no encuentra a una mujer agradecida, sino a una mujer que odia, a una mujer con rencor, a una mujer que se arrepiente con todas sus fuerzas de haber cedido al discurso antiaborto, como los que daba la hija de Elena. Sin embargo, la hija de Elena termina haciendo lo mismo que impidió hacer a Isabel: atentar contra la vida. Su mensaje: ni los más devotos están libres de pecar gravemente, aunque se presenten como la policía moral de los otros. Y en su caso es más grave aún, porque se ha pasado la vida dándole valor e importancia sagradas a unos ritos, a un credo al que termina traicionando y del que termina siendo hereje. Por eso la hija de Elena elige el campanario, porque ella, al final, no logró hacer valer su credo ante la adversidad. Y porque hay cosas más terribles de soportar que los rayos. Que Elena lo sepa, que sepa que su hija hizo lo que más temía en la vida (salir bajo la lluvia relampagueante) es un golpe más terrible aún para ella: su hija teme más quedar atada a la enfermedad de su madre que a su temor más grande. El hecho de que Elena y su hija se llevaran pésimo, es una contradicción planeada del personaje. En ningún momento de lo narrado, mientras su hija vivía, se advierten manifestaciones de cariño. Aunque nunca se revela, el cariño se intuye. Sin embargo, cuando su hija muere, el cariño de Elena por su hija se hace evidente, no como un avivamiento, sino como un sentimiento tácito, que se da por descontado, que siempre estuvo ahí. Incluso el dolor de Elena es tal como fue su cariño: tácito y seco. Un dolor sin aspavientos.
El final es otro anticlímax, uno que se resuelve en la opción más evidente. La que el lector ha descartado por evidente, como si caer en la trampa fuera el resultado de evadir una trampa que nunca se ocultó.

Claudia Piñeiro y Berenice B. Navarro,
Taller de guion, Centroamérica Cuenta, RD, 17 de mayo 2023
BBN
Junio, 2023
Muy interesante la verdad.
Gracias por comentar, Ramiro. Un saludo.