Bitácora de escritura

Y un tercio bestia: La fascinante aventura de escribir un libro
(1 de 4)
Un escritor no elige, es un médium
BBN
«¿De dónde te surgió esa idea?».

Es una pregunta que se le suele hacer al escritor de un libro de ficción. Y la respuesta es variada. Sin embargo, todo gira alrededor del mismo concepto: que una historia surge de una idea. Yo teorizo: en realidad comienza con una sensación, una impresión, una emoción. La idea viene después. El escritor es una esponja que absorbe impresiones. Y un tercio bestia (para ese tiempo el nombre aún no se gestaba) comenzó con la sensación que me asaltó una noche cualquiera, estando sola en mi habitación. No recuerdo exactamente qué hacía, cuál era el curso de mis pensamientos, pero recuerdo con claridad que me llegó la vívida impresión de un castillo, una habitación de un castillo donde ardía apenas una chimenea..

Lo mismo puedo decir del resto de las impresiones que le siguieron: ese castillo estaba cargado de una fuerte historia. En ese castillo sucedía algo. Y le sucedía a alguien. La historia ya vivía en el castillo, los personajes ya estaban allí, y yo traté (no muy desesperadamente primero), de aprehender esa historia, esos personajes, como quien persigue luciérnagas que están fuera de alcance. Quise aprehenderla no con la idea de escribir un libro, la sensación era demasiado avasalladora como para que yo pensara en eso de entrada, pero me empujaba la curiosidad sensorial y cognitiva. En este castillo había un ser sobrenatural que no era un fantasma ni un ser maligno ni un alma en pena, sin embargo, este ser sí sufría una honda pena. Y también había un humano. Y estos dos seres estaban unidos por un profundo lazo. Y de los bajos fondos de este castillo subía un algo siniestro que inundaba las estancias, los pasillos…, una premonición, la futura acción de fuerzas oscuras. No tuve claro mucho más, pero así comenzó. Y quise saber más. Pero la sensación era huidiza, borrosa, incompleta. Con el paso de los días comprendí: yo no tenía que intentar atrapar las luciérnagas aquellas, sino observar dónde se posaban. Y donde quiera que se posaban se encendía una luz que revelaba una nueva escena, hasta iluminar lo suficiente como para que mi imaginación adivinara el resto. 

Para algunas personas, lectores, escritores o aspirantes a escritores por igual, lo que acabo de describir podrá sonar exagerado, pretencioso, quizá hasta fabricado para que suene bien. No lo es. Dos días después de escribir el borrador de esta bitácora y de intentar explicar el proceso que me trajo a Y un tercio bestia, me topé, sin estarlo buscando, con un artículo digital sobre la escritora norteamericana Joan Didion. En el artículo (https://www.wabe.org/joan-didion-obituary/) se hace referencia a lo que ella misma explicaba sobre su propio proceso de escritura. Se le cita diciendo:

Joan Didion, escritora y periodista norteamericana (1934-2021)

 

¨Si te quedas lo suficientemente quieto y callado, y si no hablas con mucha gente y evitas que tu sistema nervioso se sobrecargue, estas imagenes vendrán a tu mente. Después ya podrás averiguar qué significan.¨.

Me identifiqué con esto. Después de todo, yo ya había intentado explicar mi propio proceso y era muy parecido a lo que le sucedía a Didion. Y, por supuesto, ella no es la única reconocida escritora a quien le sucede algo parecido. Así que ahí tenía yo estas escenas inconexas, sutiles, iluminándose donde quiera que se posaban las luciernagas misteriosas. O quizá nada se iluminaba y simplemente se trata de que  los ojos de mi imaginación (los de cualquier escritor), se acostumbran a ver en la oscuridad: la oscuridad en la que viven las creaciones que aún no han salido a la luz.

¿Quieres saber qué pasó después? Espera la siguiente entrada de esta bitácora.

BBN

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

© 2025. Todos los Derechos Reservados.